lunes, 21 de diciembre de 2009

La revista Golazo

A los futboleros de antaño.
A los que están lejos. A los que están cerca.
Salía todos los martes. Durante la semana adelantaba reportajes y el lunes sellaba los últimos detalles con los resultados de la fecha futbolera aún frescos. Se trataba de un ejemplar único que el Sapo - a cambio de su lectura gratuita- arrendaba por 30 pesos el primer año y 40 -por la inflación- el segundo, a los compañeros de curso y profesores. Así ganaba unas pocas monedas que servían para comprar algunos diarios distintos a los tres que papá acostumbraba comprar día a día. Así también reunía material suficiente, especialmente fotográfico, para ilustrar las notas y comentarios.

La revista tuvo dos antecedentes previos antes salir a luz de manera madura: una era la Deporte espectacular, que era mensual y la hacía a máquina. De esta solo tengo dos números, de junio-julio de 1988. La otra fue Fútbol Grande, que salía de manera quincenal y que duró solo tres números hasta que de una semana a otra, sin explicación, surgió la Golazo. Esta duró casi un año en su faceta semanal. Desde el 11 de octubre de 1988 (foto de más arriba) hasta el 20 de junio de 1989 (foto de más abajo). 37 números que aún conservo en muy buen estado.

Después saldría en formato de anuario fotográfico con pequeñas notas, rescatando lo mejor del año, ¡hasta 1995!, ya bastante crecidito. Estas ediciones ya no las arrendaba, sino que simplemente las hacía circular a unos pocas personas, más privadamente. También hubo ediciones especiales: la U 88-89 con la historia del descenso y el inmediato ascenso, una de Francisco Ugarte y Osvaldo Hurtado en Bélgica como muestra de los escasos jugadores chilenos que por entonces jugaban en el extranjero, otra edición especial con motivo del Día del Trabajador, porque efectivamente me sentía un trabajador, una de la Copa América del 89, otra del Mundial de Italia '90 y una muy completa sobre la Copa Libertadores del 91.

Al principio la hacía solo. Pero prontamente aparecieron colaboradores entusiasmados por formar parte de la revista. El Champion fue uno de ellos. Era el subdirector. Él había hecho una revista que le hacía competencia a la Golazo. Se llamaba Fu-Tenis, agregando otro deporte masivo como plus. Pero pronto abandonó su proyecto y se sumó al mío. El otro gran colaborador fue el River. Ambos aportaban con reportajes y notas "exclusivas". Pero también hubo otros que, sin ser amigos, también se sumaron al proyecto, universalizando una revista que solo comenzó como un hobbie muy, pero muy personal. Reviso algunos números y me encuentro con una nota del Chumi, por ejemplo. Toda una rareza. Con el River y el Champion, en cambio, íbamos muy seguido al estadio y después que se acabó la revista, porque demandaba mucho tiempo y ya era hora de dedicarse a estudiar, hacíamos los comentarios deportivos de los lunes, en la primera hora de la mañana, en los breves quince minutos que, educativamente, nos proporcionaba don Rola, nuestro profesor jefe, para que pudiéramos seguir expresando nuestra pasión.

La Golazo se nutría especialmente de las ávidas lecturas que realizaba semana a semana de las revistas Minuto 90, que me compraba mi abuelita, Deporte Total y Triunfo, que compraba esporádicamente, además de las secciones deportivas y los suplementos de El Mercurio, La Tercera y La Época, que eran los diarios que llegaban a mi casa. En muchas ocasiones, se trataba de meros resúmenes de reportajes aparecidos en esos medios, en una época en que la información deportiva no estaba tan desarrollada como ahora e Internet era apenas un elemento de ciencia ficción. El resto era toda invención nuestra, con especial énfasis en lo que veíamos directamente en los estadios o lo que escuchábamos por radio. Así, los lectores tenían un comentario actualizado de la fecha que resultaba un complemento a todo lo que ocurría el fin de semana y a lo que decían los maestros periodistas por TV como Julio Martínez o Alberto Fouillioux.

Pero también había otras curiosidades. Como por ejemplo la realización de concursos que posibilitaban la lectura gratuita. O la inclusión de publicidad tan extraña como diversa: Eno, Revista Análisis, La Tercera, Radio Cien, etc. El mejoramiento del diseño con inclusión de colores, etc. Si uno compara los primeros números con los últimos, se constata toda una evolución en su presentación, haciendo de la revista algo ameno de leer en aproximadamente 30 páginas a todo color. Eran tantas páginas que los cuadernos escolares de 100 hojas muchas veces quedaban reducidas a 40 o 50 fácilmente. Y tenía que comprar varios al año.

Supongo que estaban dadas las condiciones materiales para su surgimiento. La Golazo respondía a una necesidad. No solo de expresión personal. Porque surgió en el contexto de un curso de hombres donde el 90% era bueno para la pelota y un tercio éramos fanáticos-fanáticos: jugábamos todos los días, hacíamos campeonatos internos, participábamos de los campeonatos del colegio, íbamos al estadio, nos probamos en algunos clubes. En fin, aparte del estudio, casi todo lo demás era el fútbol. En muchos de nosotros, hasta el día de hoy. La Golazo marcó una época y por eso muchos me la recuerdan. Esta nota, en cierto modo, no solo es su recuerdo, sino que también el homenaje que le debía.

La revista terminó justo la semana anterior al inicio del Campeonato Nacional 89, tan abruptamente como empezó, con una nota anunciando el debut de la U en Segunda División a la semana siguiente. Sin saberlo, se trataba de una despedida. Pese a que anunciaba nuevas secciones para las futuras ediciones, fue lo último que se escribió. El último respiro de una hermosa época que transpira todo el fanatismo y amor por un deporte único. Un deporte que, como entonces, sigue motivando la escritura. Como dice una canción de ese tiempo: a pesar de los años, los momentos vividos.

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