sábado, 14 de marzo de 2009

¿Todas las películas de época son iguales?


Hace un par de días leí una crítica de cine en el diario La Nación, que decía que todas las películas de época eran iguales. En cierto sentido, claro que sí, puesto que se trata de un género. Por definición, entonces, deben existir elementos que permitan reconocerlo como tal. Y no solo por los trajes y porque todas las películas están ambientadas en grandes palacios europeos, junto a extensas campiñas. También hay otros elementos que, para mí al menos, resultan chistosos y motivan que siempre las vaya a ver. Por ejemplo, siempre hay minutos dedicados a mostrar las costumbres de los nobles, lo que se debe hacer o lo que se debe decir. Sobre todo, las enseñanzas a lás más jóvenes sobre el rol que deben cumplir dentro de la sociedad. Las mujeres tienen una educación; los hombres, otra. También, está la clásica escena del baile, donde se despliegan grandes cuadros que muestran el "esplendor" de la época. Por supuesto, la descripción de ambientes: la pieza del rey, la reina, la doncella versus los habitáculos mugrientos del "tercer estado". En fin, la lista podría ser larga y creo que, a la larga, la columnista tiene razón. Por lo tanto, una buena película de época debe darse a conocer y brillar básicamente por la potencia de la historia que cuenta. Un caso que siempre recuerdo es Orgullo y prejuicio, quizás una de las mejores junto a, por ejemplo, Relaciones peligrosas, de Stephen Frears (la foto de John Malcovich junto a Glenn Close). Basada en una novela de Jane Austin, los diálogos de Orgullo y prejuicio son de una inteligencia notable.

Por el mismo carril, pero más atracito, bien atrás, corre La duquesa, una película basada en hechos reales. Los primeros veinte minutos, por ejemplo, me parecieron repetidos. Un norteamericano diría algo así como: "¡Diablos, esto ya lo he visto mil veces!". Claro, son momentos muy apegados al manual. Pero poco a poco se va poniendo interesante por lo extraño de la situación en que todo se convierte. Como muy bien lo dicen los franceses, desde afuera pareciera un menage a trois. Aunque, en términos matemáticos, en realidad hay un tercero excluido: la duquesa.

La película es recomendable, porque tiene cuento propio. Hay personajes interesantes: la misma duquesa y su afición por los asuntos públicos; la mujer que con tal de luchar por sus hijos es capaz de todo; y, el duque, quien utiliza todos sus privilegios para hacer lo que quiere. Llama la atención, también, el escaso valor asignado a la infancia: las niñas no valen prácticamente un peso, y los niños están destinados a seguir reproduciendo el statu quo masculino de la nobleza. Me imagino que la obsesión por el heredero también debe asediar a la nobleza inglesa, aunque francamente poco sé de quiénes son sus protagonistas y cómo van las cosas por ahí.

Siguiendo una antigua forma de calificar a las películas, con esta Ud. "no perderá su tiempo". Porque así como el fanático del western siempre recae con una película del oeste y en medio de las balaceras y forasteros solitarios espera rubicundo el duelo final, la pelea en el bar o el asalto al banco, un fanático del cine de época siempre va querer volver a la belle epoque que alguna vez soñó vivir.

2 comentarios:

  1. Si te fijas, también existen "actrices de películas de época"... Keira Knightley es un muy buen ejemplo...

    ResponderEliminar