El título tiene que ver con un lienzo que frecuentemente aparece en los estadios adonde va a jugar la U. Desconozco quiénes son sus creadores. Pero sí sé que si alguna vez hubiera tenido el arranque de hacer un lienzo, hubiera puesto una frase como esa, una frase que sin duda debe identificar a varios locos azules más. Hace quince años se hizo frecuente uno que decía "Sentimiento inexplicable". A varios les gustó. Pero luego se me volvió cliché. Este en cambio condensa en una leve yuxtaposición que incluye una anáfora dos de los sentimientos más genuinos de los hinchas azules expresados poéticamente: el ir siempre a todos lados y el volver sin que el resultado sea determinante cuando es más relevante, en verdad, el viaje mismo, el solo hecho de partir junto a la camaradería que suscita todo viaje. El hecho mismo, en suma, de ir a ver a la U.
Ambos actos tienen que ver con esta idea. Veamos qué dice el acto 1. Los hechos transcurrieron un 17 de marzo de 2010 en el Estadio Monumental de Colo Colo con la U haciendo de local ante Flamengo por Copa Libertadores con las tribunas llenas hasta los codos, con un ambiente copero de esos que te hacen vivir el partido a concho. Los hinchas acérrimos: Rodrigo, Roberto y quien suscribe. Y en la cancha, algunos protagonistas célebres, sobre todo del lado del Atlántico: Adriano, el emperador, y Wagner Love, el hippie goleador amigo del amor. Adriano es un crack, mete peligro, pero no el suficiente como para establecer un desequilibrio. Wagner Love, en cambio... Bueno, este muchacho tiene algo especial que hace que parezca más merecedor de una portada de revista farandulera que de una de revista deportiva. Aún así, casi echa agua a la fiesta azul con un macé de izquierda que pasa cerca de uno de los postes custodiados por el uruguayo Conde.
Pero es por el lado de los azules por donde aparece la figura de la cancha: Felipe Seymour. Venido de un colegio particular de clase alta de la ciudad de Santiago y participante de un reality transmitido años atrás por Fox Sports, pasó casi directamente a la serie juvenil del Chuncho, haciendo un camino poco tradicional para llegar al profesionalismo. A los pocos años debutó en primera y desde hace una temporada más o menos es nombre seguro en las formaciones titulares. El golazo que le convirtió al Fla le valió una convocatoria a la Roja de Bielsa y a este comentarista una profunda herida en una pierna producto de la apasionada celebración de nuestros vecinos.
La U ganó con brillo a un poderoso equipo brasileño y eso ya era suficiente para terminar los últimos segundos del cotejo sumido en el canto eufórico para más tarde concretar una buena visita a la Shopería Munich de Vicuña Mackenna y Santa Isabel. En medio del schop que alivia la garganta pastosa y los cuadros futboleros de las paredes, terminamos la noche sumidos en algunos recuerdos de antaño, otras celebraciones, otras grandes noches y un salud por Max, el amigo de viejas andanzas futboleras, que en paz descansa en medio del mar.
El segundo acto transcurrió hoy, 8 de febrero de 2010, hace apenas unas horas atrás. En horario diurno, tipo tres de la tarde, rojinegros y azules se vuelven a encontrar, esta vez en el mítico estadio Maracaná. Los protagonistas de la cancha son prácticamente los mismos. Los protagonistas afuera de ella también somos casi los mismos: Roberto y yo.
Concertados en proseguir la racha, convenimos juntarnos en un bar de Pío Nono a la hora del encuentro. Pero extrañamente no lo están dando en ningún bar. Problemas con la señal, nos dicen. Partimos raudamente a la casa de Roberto a verlo por Internet. ¡Pero el computador no funciona! Agotamos el último recurso y encendemos Radio Cooperativa. Y salimos saltando como locos cuando Ernesto Díaz Correa relata el gol de Montillo. Termina el primer tiempo y partimos a la casa de la hermana de Roberto a ver el segundo tiempo, ahora sí, por Internet. Somos testigos de cómo Flamengo lo da vuelta. Quedan pocos minutos y parece que tendremos una tarde de tristeza. Pero de pronto se escucha en el edificio del frente el grito desaforado de una persona que grita gol. Pero cómo. En la pantalla sale que la pelota está en el mediocampo. Entonces, entendemos rápidamente: es posible que la transmisión vía web esté desfasada. Es claro: ha habido un gol de la U. La U lo empató en el último minuto. Pero aún no lo vemos. Y solo cuando treinta segundos después vemos el zurdazo de Rodríguez creemos en los milagros y nos abrazamos y salimos a la terraza del departamento a gritar el gol como si hubiese sido en ese preciso instante. No importa. La U ha empatado en el Maracaná y sigue puntero de su grupo con una UC hundida en el fondo.
A veces los partidos se viven de distinta forma. No es lo mismo un estadio que es una caldera que un departamento silencioso acompañados apenas de un perro salchicha. A veces el partido pasa a segundo plano cuando se conversan temas trascendentes de la vida cotidiana. Alguien lo está pasando mal y es bueno poder conversarlo. Un partido de la U puede motivar este tipo de cosas. No importa donde se juegue lo importante es poder estar ahí de alguna manera: en el estadio, por radio, televisión o Internet, pero estar ahí. Casado, soltero, viudo, con hijos, sin hijos, enfermo, trabajando o estudiando, pero estar ahí. El marcador termina siendo una anécdota. Lo importante es poder vivirlo. Luego cada uno retoma su vida y ya habrá tiempo para profundizar en los temas que quedaron pendientes. Ya habrá tiempo, en otro viaje, para retomar esas horas quietas en donde todo se suspende para poder dar paso a la figura del Romántico Viajero, expectante, intenso y solitario en su pasión.
Recuerdo perfectamente los episodios que mencionas, en mi caso, con un amigo nos pusimos deacuerdo para contratar FOXSPORT PREMIUM para ver los partidos de la libertadores y CDF PREMIUM para los del torneo local. Vimos esos encuentros, como tambien vimos el partido con Caracas allá, partido que termino con balazos y con la hinchada azul arrancando de los venezolanos, cosa rara ya que hay que asumir que LOS DE ABAJO son de armas tomar y no se achican ante nadie, son una hinchada como tal. Para el partido en Rio, teníamos todo listo, todos convocados, mails mandados, llamadas por telefono, faltaban algunas horas cuando se suspende por las lluvias, cuec. No importaba todo se corría un día, así que filo nos juntabamos denuevo a verlo, pero no, no podía ser peor para mi, programan el partido en la tarde...... yo en la pega, con un jefe indio, sin poderme meter a internet libremente, nadie a quien poder llamar para saber como iban.... (Recorde un episodio parecido, cuando la U fue a jugar a Quito con Barcelona, un equipo comandado por Leonardo Adrían Rodriguez, partido que fui escuchando a ratos por estar en clases....) al final logré meterme a Terra.cl y ver el partido minuto a minuto y la felicidad fue plena al ver que se lograba un meritorio empate en "un pais brasilero" como dijo el academico de la lengua "Murci" Rojas.
ResponderEliminarJajaja. Para ese partido con Barcelona recuerdo haber alcanzado a ver el segundo tiempo, ya que los miércoles era el único día que salía temprano de clases. Musrri se mandó una jugada de antología. De esas que nunca más hizo, jaja. Y Cristián Leiva fue figura. Hoy en Lima seguimos soñando. Gracias por comentar.
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