sábado, 28 de marzo de 2009

821 personas en La Cisterna



Yo fui el "y uno". Más de la mitad venía desde la séptima región. El resto: los escasos hinchas bohemios (muchos de ellos ya ancianos), familiares de los futbolistas (mujeres solas, mujeres con niños) y cinco extranjeros (tres que parecían estudiantes norteamericanos en intercambio y dos que parecían agentes alemanes o noruegos que, una de dos, o venían a ver a Esteban Paredes, o no tenían nada que hacer, como yo, en la tarde de sábado).

Yo también vine a ver a Paredes. Dicen los expertos que es la figura del campeonato. Hoy, al menos, no brilló. Pero fue evidente que era el jugador "distinto" de la cancha: tiene potencia, la pide, se mueve, va a durar poco en el club. También vine porque la tarde de sábado a veces es somnolienta y porque no tengo el CDF y Canal 13, no sé por qué, no transmitía en vivo el partido de las clasificatorias a Sudáfrica 2010 entre Uruguay y Paraguay, partido que se disputaba a la misma hora. Entonces, única opción: a la cancha. Antiguamente, uno iba al estadio a ver a determinado jugador. Hoy, los talentos son tan escasos que se perdió esa costumbre. Pocas veces he ido a un partido con el único objetivo de ir a ver a un solo jugador.

La fiesta para los fieles parroquianos que llegamos al más inhóspito de los estadios chilenos (ya diré por qué) esuvo más fuera que dentro de la cancha y gracias al fanatismo de los torteros y su fiel hinchada brava: Los Marginales, a ritmo de cumbia villera, con un repertorio bastante original en contraste con los repetidos cánticos que se escuchan en las galerías de los estadios nacionales.

Hace casi diez años, A. Huenchulaf escribía en la mítica revista La Calabaza del Diablo una crónica titulada "La granja de los marginales" (N°4, año 1, julio 1999, pp. 4-5) en alusión al nombre del estadio, al nombre de la barra de Curicó y haciendo un juego de palabras con la clásica obra de George Orwell, a partir de un partido entre la albirroja y Huachipato B por el campeonato de tercera división: "Los hinchas mantienen un curioso optimismo. Es entendible ser fanático de un equipo con posibilidades reales de competir exitosamente por una copa; pero otra cosa es ir a la gradería todos los fines de semana a gritar en favor de la albirroja que lleva el logo de Multihogar, la tienda más grande de la ciudad, y que nunca ha alcanzado un trofeo." Es entendible, pero me provocan mucho más admiración los hinchas acérrimos de los equipos que no han ganado nada que los de los clubes grandes. Han pasado diez años y ahora Curicó está en primera, van a remodelar su estadio y su hinchada es de las más fanáticas del país. Eso, me genera simpatía. Por otra parte, como si fueran un regionalista matrimonio, Multihogar sigue siendo el sponsor del equipo.

La Cisterna, decía, es un estadio paupérrimo. Los asientos son de piedra, los baños parecen habilitados más para caballos que para seres humanos, el polvo de la pista atlética no parece de ceniza sino derechamente de tierra y rara vez los partidos se disputan con más de dos mil personas en las tribunas. De hecho, la única vez que se llenó fue para su inauguración un miércoles de 1988, en un partido entre Palestino y Puebla, equipo donde jugaba Jorge Aravena. La Cisterna, entonces, es un desierto y transmite pobreza. Desde una cancha vecina, donde se disputa un campeonato amateur, unos quince tipos saltan las rejas y ven los dos partidos simultáneamente, volviéndose de un lado para otro. A lo lejos, se ven los jugadores corriendo y un humo blanco y azul salido de extintores acompañan a uno de los equipos. Más lejos, Santiago reluce a los pies de la cordillera y los grandes edificios que se avizoran parecieran hablar de un desarrollo que aún no ha llegado a la comuna.

Pero el fútbol siempre tiene cosas buenas. Curicó gana uno a cero con un equipo humilde, pero respetable y el Morning con todas sus figuras no puede hacer nada. Su tridente ofensivo de Rivarola, Paredes y Grondona no es capaz de hacer daño y el 3-5-2 dispuesto por el mundialista José Basualdo no puede contra el clásico 4-4-2 de Luis Marcoleta, esquema rendidor, que permite cerrar espacios atrás y llegar de contragolpe arriba.

Curicó celebra su tercer triunfo oficial en primera divisón y los cinco minibuses que llegaron desde la ciudad de los ciclistas enfilan repletos por la carretera en dirección al sur y las banderas albirrojas ondean al viento al ritmo del bombo y platillo de la cumbia villera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario