El día que jugaba la U en Santiago de Chile, como queriendo encontrar un signo literario en la vida cotidiana, caminaba por las apacibles calles de Irvine, rumbo a la Universidad de California, y de pronto una ardilla saludaba con su cola. Como queriendo encontrar un signo mágico en la realidad, pensaba que esto podría significar dos cosas: una premonición positiva o una premonición negativa. O la Ardilla Montillo era la figura del partido y ayudaba a la U clasificar a la final por primera vez en su historia o el partido con Chivas significaba su despedida. Al final, botando toda posibilidad de magia dentro de la realidad, toda ilusión, resultó esto último. Montillo se retiró de la U con honores, con el canto agradecido de la hinchada, según se apreciaba en la transmisión por Internet y en la transmisión online de Cooperativa, y su llanto reflejaba en parte algunas de las cosas profundas que se dan cuando un jugador se pone la camiseta azul. Su identificación con los colores es una pequeña muestra más de la pasión que genera nuestro querido club. Los hinchas azules echaremos de menos su calidad como futbolista y como persona y le agradecemos todos los buenos momentos que nos hizo pasar. El Apertura 2009, los cuartos de final de la Sudamericana del mismo año y las semifinales de la Copa de este año se deben, en gran medida, al gran aporte de este excelente jugador. Será muy difícil encontrarle un reemplazante, tarea urgente para seguir peleando por cosas grandes.
California es un excelente lugar para estudiar y trabajar. Pero cuando el equipo de tus amores se juega cosas importantes y tú no puedes estar cerca, de pronto todo se vuelve medio tristón y nostálgico, pensando en cómo estarán los millones de hinchas azules pasando estas horas de término de una gran ilusión. Será para la próxima. Los hinchas azules seguiremos estando al frente, acompañando al equipo en las buenas y en las malas, sin que la distancia merme el sentimiento, cada vez más grande, cada vez más alocado, cada vez más fuerte.
Claudio:
ResponderEliminarqué ganas de haber compartido contigo la noche tensa del Nacional, del nuevo Nacional, ese con butacas rojas que, a diferencia del estadio del archirrival, no tienes que trepar para ver bien la cancha. De hecho, ayer me quedó más que claro (antes ya lo tenía, en todo caso) que las críticas de cierto arquitecto consejero del dislálico de la banda presidencial, eran puras leseras. El estadio está de lujo.
Fue triste el partido, gris, pobre, ni siquiera salimos con pena (pena por Montillo, sí, por la lesión de Olarra, por el error de Pinto, que termina ensuciando las cuatro o cinco tapadas imposibles que nos salvaron de una goleada), sino con rabia. Nos eliminó un rival efectivo, pero nada del otro mundo, como diría Hahn.
Te echamos mucho de menos en el Nacional, nos faltó repetir el grupo del Santa Laura.
Un abrazo.