miércoles, 19 de enero de 2011

Esos juguetes olvidados

Es cierto que hablar a veces de infancia implica un cierto grado de nostalgia. Pero no es este sentimiento -que, como dice Tolstoi, tal vez tenga relación con aquello que jamás ha verdaderamente sucedido- el que convocamos acá para escribir estas palabras. Queremos hablar de nuestras infancia elusivas y fantasmales, aquellas que apenas se dejan ver y que son imposibles de recrear, en relación a un libro que anda circulando por aquí -así como también en Argentina otro de características similares (ver Revista Ñ)- y que habla de la historia de la industria nacional de juguetes durante cien años, que son casi los mismos de su existencia.

El autor es un joven artista plástico e investigador, Juan Antonio Santis, quien asimismo es creador de los propios juguetes de su hijo pequeño. Gracias a su hermosa tarea de coleccionista y busquilla, tenemos frente a nuestros ojos el magnífico libro Juguetes. 100 años de fabricación chilena, editado por OchoLibros, casa editorial que se ha estado destacando por la edición de excelentes libros en torno a la memoria social y cultural, la historia y la gráfica, con un muy prólogo de Jorge Rojas, el autor de la monumental Historia de la infancia en el Chile republicano. 1810-2010.

Existe una corriente incipiente en nuestro país que está estudiando la infancia. No sabemos ciertamente las razones plenas. Factores culturales demasiado fuertes deben estar orientando ciertas búsquedas. En el caso concreto de la literatura, como dice una estudiosa de habla inglesa, Rosemary Lloyd, la presencia de niños en la ficción se debe a una correlación directa con la alienación tangente a una sociedad que rápidamente se está modernizando. Creemos que hacer extensivo esta idea a otras disciplinas -el arte, la historia, el cine, entre otras- no es descabellado. La infancia es tema hoy en nuestro país, un país que rápidamente cambia y se desarrolla, que rápidamente gira hacia futuros desconocidos, entre otras razones, por el aire incierto que lo ensombrece.

Libros como este, instancias como estas, ayudan a poner un cierto freno y a visibilizar la liquidez de la vida moderna en torno a nuestra memoria inmediata, nuestro pasado real y afectivo. Los juguetes de fabricación chilena expuestos y comentados en esta publicación son los mismos que acompañaron nuestra infancia. Ellos nos restituyen en algo, apenas una parte, de ese tiempo lejano y que forma nuestra fantasmal memoria. En cierto modo, está bien. Se lo agradecemos. Lo mismo que su intención de formar el Museo del Juguete Chileno. Porque a veces la vida precaria que vivimos día a día, tan sobrecargada de intercambios monetarios, obligaciones y fatigosas tareas absurdas, adquieren otro cariz, se olvidan, cuando nos miramos a un espejo y encontramos en la imagen que se nos devuelve, algo de ese niño que fuimos, somos y seremos siendo.

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