martes, 10 de noviembre de 2009

Sobre el sentido de tres días en Valdivia

La semana pasada estuve en Valdivia en el aniversario número treinta de la Sociedad Chilena de Estudios Literarios. Fueron tres días de intensos debates y exposiciones, escuchando, por supuesto, a algunos buenos exponentes de los estudios literarios en Hispanoamérica como Naín Nómez, por ejemplo; yo mismo también hablando de las relaciones entre poesía e infancia en la poética de Enrique Lihn, y de modo menos formal, estableciendo diálogos en los pasillos y en algunos bares también, por supuesto, degustando la mejor cerveza alemana de la región de los ríos. Todo esto, acompañado de buenos amigos interesados en la literatura como fenómeno intelectual que está siempre relacionado tensamente con la cultura.

En medio de lluvias intermitentes, fríos matutinos y nocturnos, las casas alemanas, los ríos Calle Calle, Valdivia y Cruces, los bosques nativos de la Isla Teja, los paseos en lancha y a pie, los lobos marinos, el submarino inglés, los rumores de una charla dada por Marcelo Bielsa, los museos históricos y la hermosa Universidad Austral de Chile (UACH), terminamos por reafirmar una serie de premisas respecto al rol que deben cumplir ciertos intelectuales hoy, sobre todo si estos están insertos en instituciones educativas como las universidades, cuyo deber esencial es, primeramente, hacer pensar.

En la línea de Edward Said en su libro Representaciones del intelectual confirmamos la idea de que muy poco sirven aquellos discursos que no se construyen sobre la base de una dimensión política, que no traten de explicar el mundo actual en base a las producciones artísticas que se generan dentro de ella, que no intenten tensionar esos discursos frente a los campos de fuerzas predominantes en la cultura. Este tipo de discursos -frecuentes, lamentablemente, en muchas de las exposiciones de este tipo de encuentros, revelando sin saberlo una completa y absoluta organicidad con el poder- terminan siendo, por sus limitaciones tautalógicas, para no ser más expresivo, estériles. Para que este tipo de reuniones científicas tengan algún valor que vaya más allá de la Academia debieran contar, entonces, con exponentes cuyas construcciones discursivas intenten iluminarnos sobre aquellos insterticios o vacíos que por un motivo u otro se silencian o se callan: hacer visible las acciones del poder y ejercer su crítica.

Felizmente, un sector de la masa crítica del campo de las humanidades tiene las cosas bien claras y provoca pensamiento crítico, genera cuestionamientos, abre preguntas e instala el diálogo y la discusión. No pierden su verdadero norte, el que les da un sentido. Nos dicen, en cierto modo, que mientras existan sensibilidades, miradas y juicios, podremos pensar y cuestionar algunas de las cosas que vemos a nuestro alrededor y no entendemos o las consideramos injustas. En este sentido, es una linda tarea el poder difundir esas ideas más allá del ámbito universitario. En ese sentido, también, este blog -desde su hibridez intrínseca, tan latinoamericana, desde un lugar siempre incierto- se abre a esa posibilidad que advierte que el mundo de las ideas no están tan lejos, allá en el cielo, sino que deben estar imbrincadas, de todas maneras, con la realidad, la cotidianeidad, en una pregunta constante, permanente, por el sentido de las cosas.

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo don Claudio. Qué bueno habernos encontrado por allá aunque fuera por un rato.
    Un abrazo.

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  2. Comparto plenamente lo que dices. Desde fuera del mundo académico literario, se observa que sobre todo, la crítica literaria se ha alejado de esos caminos, volviéndose un discurso críptico, apolitizado y por ende, sin el más mínimo sentido.
    Hay que agregar también que probablemente Valdivia, sea la ciudad más linda de Chile.

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