sábado, 24 de julio de 2010

Horas decisivas

Cuesta un poco hablar de todas las cosas que están sucediendo a esta vidita de hincha azul, en medio del frío santiaguino, a pocas horas de empezar a jugar los dos partidos más importantes de los últimos dieciséis años. Me refiero a las semifinales de Copa Libertadores frente a Chivas, primero en México y luego en el "Pasional".

Primero, hablar de la muerte de don Julio Cordero Vallejos, creador del himno del club, esa hermosa letra que habla del romántico viajero, las amadas olvidadas y dejadas al pasar, y cuyo sueño es el querer. Esa canción que identifica a todo un pueblo azul. A Cordero Vallejos, fallecido a los 99 años, le debemos una parte importante de este extraño e indescifrable sentimiento. Muchos aprendimos a querer a la U no solo por sus colores, no solo porque nuestros viejos nos llevaron por primera vez a un estadio siendo muy niños, sino que también por ese himno que retumbaba sonoro cada vez que el equipo saltaba a la cancha, por el sector sur del Estadio Nacional. Recuerda el propio autor la genealogía de la canción, cuando rumbo a Antofagasta, en barco, allá por el año 33, para compartir una velada universitaria, fue surgiendo lo que sería más tarde la banda sonora oficial de generaciones de hinchas azules:

Íbamos en tercera clase, pero salimos a cubierta a mirar el cielo. Un marino gringo nos mandó para abajo. Le contestamos a garabatos, pero igual nos fuimos. En el camino encontramos un camarote con un piano y no nos dimos cuenta cuando estábamos cantando. Alguien dijo que era una pena que llegáramos al norte sin un himno. Ahí comenzó a salirme la melodía. La letra fue obra de todos, quienes iban incorporando frases, aunque yo me atribuyó la primera, esa de ‘ser un romántico viajero’. No era difícil para mí crear melodías. Lo hacía desde los 14 años”. (http://www.todobulla.cl/noticias_detalle.php?pri=1516)

Según señala la nota necrológica, recién vendría a ser en 1940 a raíz de un clásico universitario, uno de los primeros de carácter oficial, cuando la música sonó por los parlantes del Nacional, para sorpresa de su propio creador, quien había dejado guardada su creación.
Por estos días también, se nos va uno de los mejores jugadores que hayan pasado por el club en los últimos años. Sin temor a equivocarme, el mejor 10 desde el Leo Rodríguez. Me refiero Walter Damián Montillo, la Ardilla, recientemente vendido a un grande del fútbol brasileño: Cruzeiro. Los partidos por la Libertadores serán los últimos que este gran jugador dispute con la casaquilla azul. En el recuerdo quedarán las gambetas largas con rivales tirados en el suelo, goles claves en instancias importantes y esa dinámica de juego tan especial que inundaba la banda derecha del mediocampo de desestructuración y desorden defensivo en el contrincante de turno.
Con Montillo se va una manera alegre de jugar al fútbol, punzante, eléctrica y talentosa. Uno de esos 10 que son cada vez más escasos en el fútbol cada vez más mezquino de hoy. Será muy difícil encontrar un reemplazante a su nivel

Mientras tanto, en casa se arman maletas y algunos lloramos y sufrimos el no poder estar en las tribunas cuando la U defina su posible paso a la final de la Libertadores. En las horas previas a un viaje largo, cuando de pronto surgen un montón de emociones escondidas, apagadas, se viven las instancias imprecisas de un adiós, de un pequeño cambio de ciclo. Solo queda vivir este momento importante del club desde la distancia, como el hincha más alejado del planeta que, sin embargo, no deja nunca de sentir la sangre azul por las venas.


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